Ayer sábado, después de meses de espera, nevó. Ya era obscuro, y podías ver como caía la nieve. Al principio no me emocioné porque ultimamente nevaba pero la nieve desaparecía en el piso. Nos metimos a una tienda y al salir ya se veía todo blanco. Nevó por un buen rato. Caminamos por el frío junto al río con el Bode museum a nuestra izquierda, y simplemente parecía algo mágico. El frío seguía ahí, pero por un momento lo olvidabas. De regreso al departamento, ya no nevaba, pero todo se veía blanco, las calles vacías y se sentía un gran silencio. Esa sensación de cuando se te tapan los oídos. Pero era real. Ese silencio existía.
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